El 30 de enero de 1969, los Beatles dieron el que acabó siendo su último concierto, en la azotea de Apple.
Desde hacía varias semanas habían estado filmando las sesiones de grabación de su último disco, Let it Be, que se convertiría en una película que mostraba crudamente todas sus diferencias personales y las dificultades de acoplarse ya como grupo.
En la trastienda de esa situación además latían graves conflictos económicos, que causaron por ejemplo haber perdido los derechos de sus canciones para poder pagar sus impuestos, graves discrepancias en cuanto a la gestión de sus intereses, y por encima de todo la pérdida de la ilusión que les había llevado a lo más alto.
Un concierto que fue el epílogo a una década
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